lunes, 18 de agosto de 2014

Navegando por el Sena desde Normandía hasta París




Un grupo de asociados de la Federación Española de Periodistas y Escritores de Turismo FEPET, hemos aceptado recientemente una interesante propuesta de la empresa CroisiEurope, con el fin de conocer y difundir, las características de sus cruceros fluviales por el río Sena. Fue concretamente la navegación que tuvo lugar entre los días 19 y 24 del pasado mes de Julio y esta es la pequeña crónica de ese viaje.

Cabe decir de entrada, que todos los aspectos de este crucero, el servicio, las comidas y las visitas han sido excelentes. Hemos tenido también la suerte de contar con un guía en español exclusivamente para nuestro grupo. 


Llegada al puerto de HONFLEUR, en Calvados de Normandía



La cita era en Paris, a orillas del Sena, en el Muelle de Grenelle, no muy lejos de la Torre Eiffel. Desde allí un autobús nos llevó en apenas 3 horas hasta la región de Normandía, a orillas del Canal de la Mancha. La llegada a Honfluer fue espectacular . Nuestro barco estaba atracado en la dársena grande del puerto, muy cerca del centro histórico de esta villa marinera. El autobús nos dejó en el mismo muelle, junto a la escala de acceso al buque. Con una excelente organización de acogida, el embarque fue inmediato. Ni siquiera tuvimos que ocuparnos de las maletas. En menos de cinco minutos estábamos acomodados en nuestros camarotes y con nuestro equipaje disponible. Eran las 6 de la tarde.


Nuestro barco el MS France




El MS FRANCE, que nos habría de servir de barco y de hotel durante los próximos días, nos hizo a todos una magnífica impresión. Blanco, amplio, limpio, bien organizado, elegante y sencillo al mismo tiempo.

Con una eslora/longitud de 110 metros y una manga/anchura de 11,4 metros, puede transportar hasta 160 pasajeros, acomodados en 78 camarotes distribuidos en dos puentes; el superior, al nivel del muelle, con 28 camarotes, ( dos para pasajeros con movilidad reducida) y el principal con 50. Todas las cabinas son exteriores, con amplio ventanal y baño completo con ducha, así como climatización de control individual. Un amplio salón, con bar y pista de baile y un comedor con capacidad para todo el pasaje, completan los servicios del barco, cuyo tercer puente, en cubierta, amplio y abierto, es un solárium multiuso, acondicionado con sillas, mesas y tumbonas, que por la noche permiten disfrutar de la terraza y de la brisa. La tripulación del MS France la forman 25 personas, de ellas la mitad féminas.

Ya descansados, tuvo lugar en el salón el coctel de bienvenida y la presentación del Capitán y el resto de la tripulación.


Parte del grupo en el salón del barco. Foto JGP
A las 20:00 horas se sirvió la cena. Después el largo atardecer de julio animó a un agradable paseo por Honfleur, en plena temporada de vacaciones estivales. La vieja dársena del puerto era un hervidero de gente, que llenaba los restaurantes y sus terrazas.

La Costa Florida y el Calvados


Durante 3 días íbamos a descubrir lo más importante del bajo Sena desde su estuario, en un crucero que iba a desarrollarse en sentido ascendente del río, desde la desembocadura en el Canal de la Mancha, aguas arriba, hasta llegar a Paris. El segundo día invertimos toda la mañana en una amplia excursión de 4 horas que se centró en dos villas y un castillo.

Nos hallamos en la región de la Baja Normandía y cruzamos por una armoniosa campiña, muy cercana al mar, salpicada de rústicas de madera entramada, entre verdes pastos e innumerables arboles, especialmente de manzanos. 


 Visita al Château du Breuil, una bodega de Calvados


El Château du Breuil es una conocida destilería tradicional de Calvados ubicada en un histórico castillo renacentista. La fortaleza fue construida entre los siglos XVI y XVII, y aunque siempre han destilado licor, como empresa comenzaron la comercialización de la marca en 1954.

 


La visita termina con una pequeña degustación de dos tipos de licor de Calvados, uno joven sin apenas crianza y otro de 15 años de envejecimiento, en una tienda bien surtida que ofrece interesantes productos relacionados con el licor.


La Costa Florida, Trouville sur Mer y Deauville


La Costa Florida estuvo en los orígenes del turismo balneario francés desde principios del siglo XIX. Durante toda la centuria fueron las playas preferidas, primero por la nobleza de la Restauración, y más tarde por la burguesía parisina. Son numerosas y muy interesantes las estaciones balnearias y entre ellas las más conocidas Deauville y Trouville sur Mer. Aquí en la Costa Florida, situó Marcel Proust su balneario de Balbec, escenario imaginario de su famosa novela En busca del tiempo perdido.
Deauville y Trouville sur Mer se hallan yuxtapuestas, separadas únicamente por la desembocadura del río Touques. No obstante su historia y sus características son muy diversas.




Trouville sur Mer 


Casino de Trouville sur Mer

Trouville sur Mer fue la primera localidad que visitamos en la Costa. Es una pequeña villa coqueta y muy activa, con un ajetreado puerto pesquero y deportivo, una gran playa de arena fina y un famoso casino. La villa se remonta a la Edad Media. Trouville dio origen a la Costa Florida y puso de moda los baños de mar bajo el reinado de Napoleón III.

Sigue siendo un puerto pesquero muy activo Aquel día de nuestra visita era domingo y el Mercado de Pescado estaba abierto, instalado a lo largo de los muelles. Todo un espectáculo muy pintoresco, que apenas nos dio tiempo a disfrutar.


En Trouville se halla el famoso Hotel des Roches Noires, inaugurado en 1866, uno de los lugares preferidos por la aristocracia del Segundo Imperio y la burguesía de la III República. También era un rincón elegido por millonarios americanos, industriales alemanes o nobles ingleses para sus veraneos elegantes. Era conocido como " el rey de la costa normanda". Claude Monet lo inmortalizó en varias cuadros, en su época de mayor esplendor. Aún sigue en pie presidiendo la playa de Trouville. 


Deauville

 

Arriba el Hotel Normandie. Abajo Javier Reino y Julia Gómez Prieto con los guías.

Deauville es por el contrario una villa artificial, una estación balnearia creada exclusivamente para el veraneo de las clases altas, fundamentalmente de París. Las amplias dunas de arena fina, que se extendían más allá de la desembocadura del río, se fueron poblando poco a poco de mansiones, de hoteles, de residencias.. Trouville se había quedado pequeño para albergar todo el gran desarrollo balneario que demandaban los aristócratas y los burgueses de la capital. Era la década de 1860, en la cúspide económica y política del Segundo Impero, la corte de Napoleón III y Eugenia de Montijo, los negocios impulsados por la incipiente revolución industrial, por el comercio colonial, etc.


La llegada del ferrocarril en 1863 supondrá un punto de inflexión. La creación de los establecimientos de balneoterapia y el casino supusieron un aliciente añadido. Una espléndida arquitectura ecléctica, mezcla de estilos regionales e históricos, se va a desarrollar a lo largo de los siguientes decenios, hasta la llamada Belle Epoque, que marcará la cumbre del atractivo de Deauville. En el siglo XX la ciudad sufre las consecuencias de las dos guerras mundiales y las crisis económicas, pero emerge siempre con vigor renovado. Hoy en día Deauville es una de las estaciones balnearias más famosas y con más glamur de Francia y de Europa. Cuenta con una magnífica playa bordeada por “Les Planches“, el largo paseo marítimo de 650 metros, al que se asoman elegantes bares y selectos restaurantes de alta calidad. El Hipódromo, el Casino y el Campo de Golf son complementos indispensables para una estación de lujo.


Desde 1975 Deauville es sede del Festival de Cine Americano y cada mes de setiembre es fácil cruzarse en Les Planches con estrellas de Hollywood y del cine francés.

Deauville merece un detenido paseo para admirar su magnífica colección de palacetes, como la Villa Strassburger, cerca del Hipódromo, hoteles de lujo, especialmente el Normandy y el Royal, tiendas de marcas de lujo y elegantes zonas de jardines urbanos. 


Descubriendo HONFLEUR 

 


Aquel mismo día, tras el almuerzo a bordo de nuestro barco, realizamos una visita guiada y a pie de Honfleur. Esta villa marinera es conocida sobre todo por su pintoresco y antiguo puerto comercial y de pesca, que hoy forma el corazón de la villa. Este peculiar paisaje, con sus casas marineras, estrechas y recostadas, sus vapores de época, sus callejuelas, sus placitas, etc. ha sido pintado por numerosos pintores. En el siglo XIX artistas como Courbet, Monet y Jongkind formaron la llamada Escuela de Honfleur, que tanto hubo de contribuir al movimiento impresionista. Aquí nació Eugene Boudin, el gran pintor de marinas, considerado un precursor del impresionismo. También, por cierto su contemporáneo, Eric Satie, el pianista y compositor de fama mundial. Hace ya tiempo que Hofluer es solo un,lugar residencial, comercial y turístiuco.


El paseo nos llevó por el Barrio Este, donde se halla la iglesia más antigua de la villa, San Esteban, toda de piedra calcárea y al Barrio Oeste, que alberga el templo de Santa Catalina ( s. XV ), la iglesia en madera más grande de Francia; su interior recuerda a una nave invertida. El campanario, exento, separado de la iglesia, tiene forma de cúpula. A la dársena, el viejo puerto, pleno hoy de barcos de recreo y algunos yates, se asoman La Lieutenance ó antigua fortaleza, el Hotel de Ville o ayuntamiento y un escueto Museo del Mar. Un simpático tiovivo de doble piso daba, durante nuestra visita, un aire festivo a la zona.

Y luego quedan las callejuelas, de casas entramadas, y en sus bajos, numerosas galerías de arte y multitud de comercios que dan vida a Honfleur. Las tiendas de “delicatesen” nos permitían probar sus dulces, quesos y por supuesto los vinos dulces y el licor de Calvados. El inmenso Granero de la Sal de 1670, es hoy una sala de Exposiciones. Por último visitamos la Oficina de Turismo que aquel día estaba a rebosar.


Saliendo de HONFLEUR 

 

Puente de Normandía en el estuario del Sena.


Tras el regreso al barco, este se preparó para zarpar con una maniobra sencilla, porque es una nave muy dúctil y versátil. La salida se fijó en función de la marea, con un espectacular desatraque de la Dársena Este, cruzando las dos barreras de puentes giratorios, antes de alcanzar el estuario del Sena. Los paseantes de ambas orillas nos despedían amistosamente saludando mano en alto.

Durante la maniobra de salida del puerto, nadie abandonó el puente exterior, para contemplar un panorama nuevo y apasionante. Fue un momento mágico; la larga tarde estival soleada, la brisa suave del mar, el comienzo de nuestro crucero por el gran río..... todo invitaba a un abandono gozoso.... Ya en el estuario comenzamos a remontar el río Sena.


A nuestra izquierda dejábamos Le Havre y su gran puerto sobre el Canal de la Mancha. A la derecha, contemplamos en nuestro horizonte próximo, la airosa silueta del Puente de Normandía, la enorme estructura de hormigón y acero, de más de 2 kms de longitud, que salva el estuario a 60 metros de altura , y en la que destacan los dos grandes pilares atirantados.

Entre Le Havre y Rouen , tres grandes puentes cruzan el Sena permitiendo el fluido tráfico fluvial-marítimo. El ya citado Puente de Normandía es el más cercano al Canal de la Mancha. Aguas arriba, el segundo puente está en Tancarville y el tercero es el de Brotonne , en Caudebec- en- Caux,. Ya no hay mas viaductos hasta Rouen, allí donde termina la influencia de las mareas y por tanto el paso de grandes barcos.



Acantilado del Bajo Sena. Foto JGP


El Sena discurre por una llanura fluvial, que el propio río ha excavado en épocas geológicas remotas y más tarde ha rellenado, de tal manera que su cuenca baja constituye una apacible vía fluvial, por una sucesión de meandros que atraviesan los paisajes de la Baja Normandía y a cuyas orillas se ubican pueblos pintorescos, lugares monumentales y blancos acantilados calcáreos de mediana altura.


En tiempos fue ésta una zona convulsa, por las luchas entre los reyes ingleses y franceses. También sufrió mucho al final de la II Guerra Mundial. Yo prefiero recordar que este idílico paisaje, inspiró a diversos pintores del siglo XIX, por lo que se denomina la Ruta de los Impresionistas. Es también el País del Calvados, de la Ruta de las Abadías y de Santa Juana de Arco. Y también el río de Teresita de Lisieux, la joven normanda santificada, y de gran veneración en toda Francia. Esa noche navegamos plácidamente hasta la villa ribereña de Duclair.


La ruta de las Abadías: San Wandrille y Jumièges


Desde Duclair, donde atracamos aquella mañana a orillas del Sena, realizamos una interesante excursión por la Ruta de las Abadías, que se hallan, desde tiempos inmemoriales, entre esta zona del río y la ciudad de Rouen.


La Abadía de San Wandrille de Fontenelle


En Fontenelle, el monje San Wandrille, fundó en el año 649 una abadía bajo la Regla de San Benito. Fue destruida por los vikingos dos siglos más tarde, de nuevo levantada y vuelta a destruir.

El monasterio fue reedificado en 1249, ya en estilo gótico, y ampliado en siglos posteriores. Sufrió diversos avatares: fue incendiado durante las Guerras de Religión, se derrumbó la torre y fue desamortizado y abandonado durante la Revolución Francesa. Tras ésta última efeméride, durante todo el siglo XIX el recinto sagrado estuvo en manos privadas, y las piedras de la iglesia sirvieron de cantera para alimentar construcciones de la zona. Solamente a finales de esa centuria la abadía fue de nuevo habitada por monjes benedictinos, que aún la ocupan hoy en día
 

Vista aérea de la Abadía de San Wandrille. Foto Revista Gesta 2008


Actualmente solo quedan en pie el valioso claustro gótico y dos alas nuevas, levantadas en el siglo XVIII, que son las que ocupan los monjes actualmente. Ante la imposibilidad de reconstruir el templo arruinado, que incluso fue bombardeado por los Aliados en 1944,se decidió, en los años 1950, edificar una sencilla iglesia abacial adosada a las ruinas antiguas, aprovechando un pósito de diezmos abandonado. Tiene un techo de madera y vigas, y en medio el coro, desde donde los frailes asisten a los oficios sagrados y cantan Gregoriano durante las misas y los seis rezos cotidianos.

Es sorprendente la Tienda de la Abadía, donde en cantidad y calidad, destaca la colección de CDs de Canto Gregoriano, grabados por los propios monjes, así como la bien abastecida librería y los objetos religiosos de gran calidad, producidos en de otros 30 monasterios de la orden. Entre otros productos ofrecen cera para restauración de muebles antiguos. También tienen venta on line ( www.boutique-saintwandrille.com ).


La Abadía de Jumièges

 

Ruinas de la Abadía de Jumièges. Foto JGP

La “ más bella ruina de Francia “, así calificó el escritor Víctor Hugo los restos de la Abadía de Jumièges. El monasterio fue fundado por San Filiberto en el año 654 y tuvo también una vida muy azarosa, similar a la de San Wandrille. Fue en tiempos una de las abadías más poderosas de Francia.


Por desgracia nunca se llegó a reconstruir, de manera que solamente siguen en pie los ruinas de la estructura gótica de la iglesia. Dos torres gemelas de 46 metros de altura y forma poligonal, mantienen una fachada aun en buen estado. Su silueta, alta, blanca, luminosa, es visible desde el meandro del Sena cercano.

La nave del viejo templo, de casi 90 metros de longitud, esta arruinada al igual que la girola y sus capillas. Los muros alcanzan los 25 metros de altura. A pesar de la ruina, es un edificio majestuoso, mudo testigo de su gloria pasada, con un encanto muy especial que conmovió la sensibilidad de los artistas románticos.

La antigua portería de la abadía alberga hoy en día la tienda y una sala de exposiciones. El conjunto es propiedad del Estado francés desde 1947, y está enclavado dentro de un Parque Natural Regional protegido. Desde Jumièges regresamos a nuestro barco en Duclair, que zarpa de inmediato. La comida se sirve mientras el MS France navega en dirección a Rouen a donde llegamos hacia las 16:00 hs y rápidamente desembarcamos para realizar una visita del centro de la ciudad .


ROUEN, la ciudad de JUANA DE ARCO


Rouen es la capital de la Región de Baja Normandía y del departamento del Sena Marítimo. El municipio cuenta con unos 110.000 habitantes, si bien la conurbación supera los 500.000.

Su industria textil fue siempre potente, basada en la lana importada de Inglaterra. La otra columna de su riqueza ha sido y sigue siendo, el comercio través de su tráfico fluvial y marítimo.

Rouen se halla apenas a 80 kms. del estuario del Sena, sobre el Canal de la Mancha y, a pesar de ello, aún recibe la influencia de las mareas. Esto permite la navegación hasta su puerto, que puede acoger barcos de gran tonelaje, debido además al calado del río en sus aguas, 10 metros de fondo y dragado continuo; así como por la gran altura, de más de 50 metros, de los tres puentes ya citados . No es extraño por tanto, que Rouen sea el quinto puerto de Francia en volumen de mercancías y el primero en exportación de cereales. En sus muelles pudimos ver atracado un gran barco de containers chino y otros de tonelaje superior.

Rouen: Catedral y Palacio de Justicia. Foto JGP


Rouen resulta una ciudad curiosa, mitad moderna y mitad monumental. Es la herencia de la II Guerra Mundial, ya que entre Abril y Junio de 1944, los Aliados la bombardearon repetidamente, en especial la zona más antigua, la más rica en patrimonio, que desapareció en gran parte. Fue un milagro que no se destruyera completamente la Catedral. Casi todo el barrio que circunda la iglesia mayor, tiene un carácter más bien impersonal, de edificaciones insípidas, producto de la urgente reconstrucción de la postguerra. La Catedral ruanesa constituye una obra maestra del gótico flamígero. Del exterior destacan las dos altas torres, la de San Román, la más antigua, y la Torre de Beurre o de la Mantequilla. Ambas torres enmarcan los tres magníficos portales de la fachada y dominando el conjunto, se eleva hasta 150 metros la espectacular aguja o flecha en hierro fundido, del siglo XIX, que cubre la linterna del crucero. El interior, de proporciones gigantescas alberga entre otros muchos tesoros, algunas espléndidas vidrieras y la tumba de Ricardo Corazón de León.

Es sin duda una de las cinco mejores catedrales de Francia y quedó inmortalizada en los cuadros de Claude Monet, el maestro del impresionismo, que la pintó en más de 30 vistas, a distintas horas del día y bajo condiciones luminosas diferentes..


La zona histórica patrimonial, que se salvó de los desastres de la guerra, nos da una ligera idea de lo que debió de ser Rouen en su época de mayor esplendor. En la postguerra se demolieron varias iglesias damnificadas, para trazar el nuevo centro urbano, pero todavía quedan algunas con gran valor monumental. Aun así lo mejor de esta ciudad es su patrimonio civil: impresionante el Palacio de Justicia, el edificio gótico civil más grande de Francia; también la Oficina de Finanzas, la Torre del Castillo y varios palacios de familias nobles y de burgueses ricos.

Lo más emblemático es el Gros Horloge o Gran Reloj, con un preciso mecanismo astronómico del año 1389, aún en funcionamiento. Adornado con una bella decoración artística, solamente cuenta con aguja horaria, y se halla ubicado sobre la fachada de un edificio renacentista, que sirve de arco de entrada a la calle llamada precisamente del Gran Reloj. Nos recordó a uno muy similar en el centro de Berna.

Pero Rouen es, ante todo, la ciudad de Juana de Arco, " la doncella de Orleans", venerada como santa pero también como heroína nacional de la historia de Francia. En el Palacio Arzobispal de Rouen tuvo lugar el famoso y discutido proceso que la condenó en el año 1431, y en la Plaza del Viejo Mercado se venera el lugar, "Le Bûcher", donde fue quemada en la hoguera por hereje.

Quiero mencionar por último, que Rouen cuenta con una decena debuenos Museos. El de Bellas Artes, con excelente pintura clásica, es famoso también por sus cuadros impresionistas, especialmente de Claude Monet y Alfred Sisley.


El Sena se acerca a Paris

 


Con el regreso al barco, proseguimos nuestra singladura hacia París. Esa noche tuvo lugar la Cena de Gala, seguida de baile y un simpático espectáculo a cargo de la propia tripulación.


A partir de Rouen y en dirección hacia Mantes la Jolie, el barco atraviesa por una serie de exclusas, que permiten una nivelación del agua del río, eliminan la influencia de las corrientes y facilitan por tanto la navegación. Es una sección canalizada con cuatro grandes esclusas múltiples hasta la desembocadura del río Oise en Conflans-Sainte-Honorine. Después otras dos esclusas múltiples en Bougival/Chatou y en Suresnes alzan los barcos al nivel del río en París, donde se ubica la desembocadura del río Marne.

Los puentes son de menor altura y los grandes barcos de cabotaje han desaparecido. Solo surcan las aguas las barcazas, chalanas y gabarras así como los barcos de paseo o recreo,y los cruceros fluviales de capacidad y altura limitadas, como el nuestro.

También a partir de este punto, las orillas del río, sobre todo la derecha, comienzan a poblarse de viviendas flotantes, un sistema de habitat de lo más variopinto. Barcos en uso o en desuso, viejas gabarras reconvertidas, plataformas flotantes construidas ad hoc...., pintados a veces en vivos colores, decorados de forma caprichosa, adornados con plantas y terrazas. Todos cuentan con enganche a tierra para recibir agua y energía, y también para eliminar las aguas residuales....


Una visita "multitudinaria" al Palacio de Versalles

 


Hoy, último día de crucero, vamos a realizar nuestra última visita. Desembarcamos en Mantes la Jolie y desde allí, en apenas media hora llegamos a la ciudad de Versalles y a su tesoro más preciado: el Parque y Palacio de Versalles, seguramente uno de los conjuntos palaciegos históricos más famosos del mundo.



El Palacio de Versalles fue la principal residencia de los reyes de Francia, en los siglos XVII y XVIII. Su construcción fue ordenada por Luis XIV, y constituye uno de los complejos arquitectónicos monárquicos más importantes de Europa.

Con sus tres palacios en estilo barroco, sus jardines y su parque, Versalles es un dominio inmenso. Si bien Luis XIII hizo edificar allí un pabellón de caza con un jardín, Luis XIV fue su verdadero creador, ya que le dio su amplitud y determinó su destino. Este rey dejó París y decidió construir Versalles como una pequeña ciudad alejada de los problemas.

El conjunto del palacio y parque de Versalles, incluyendo el Gran Trianón y el Pequeño Trianón, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979. La visita a Versalles resultó interesante, aunque un punto agobiante, incómoda, debido a la multitud de visitantes que invadían accesos, palacio y parque. Cabe decir que era martes y ese día los grandes museos de París tienen su jornada de cierre. Quizás por ello uno tenía la impresión de que todos los turistas de la capital se habían dado cita allí.

Cientos, miles de visitantes, en gran parte asiáticos y muy jóvenes, atestaban las entradas, salones, jardines, fuentes, patios y recovecos. Era muy difícil poder disfrutar de la gran belleza que ofrece este lugar. Además, una parte de los jardines y la fuente principal estaban en obras de restauración. Era la tercera vez que visitaba el recinto, uno de los iconos del París de siempre ... No puedo decir que me defraudó, pero siento que el turismo de masas, descontrolado, está acabando con el encanto de estos lugares codiciados, mecas del turismo internacional.


PARIS desde el SENA

 




El regreso al barco desde Versalles lo hicimos en Poissy. Después del almuerzo, nos acomodamos en los puentes exteriores y las terrazas, para disfrutar del panorama. El Sena se acercaba a Paris por el Barrio de la Defensa, y a partir de ahí la capital nos fue descubriendo tranquilamente sus encantos.

Cruzamos la "Ciudad Luz", ya atardeciendo, mientras disfrutábamos de nuestra cena de despedida. Después nos aguardaba la gran sorpresa de fin de viaje.

Finalizada ya la cena, habiendo dejado atrás el centro de la ciudad, ya entrada la noche, nuestro barco giró en redondo, e inició desde allí una inesperada singladura nocturna, atravesando de nuevo los 27 puentes de Paris, ahora soberbiamente iluminado. Mientras nuestro guía nos explicaba la historia y arte de cada monumento. Fue una hora larga de crucero nocturno, un espectáculo espléndido de luz y sonido. Un digno broche para un viaje inolvidable.


Poco despues de cruzar por delante de la Torre Eiffel, que ofrecía una iluminación de gala para la ocasión, atracamos en el mismo Muelle de Grenelle, donde habíamos comenzado nuestro periplo cinco días antes. Nos retiramos muy pronto a descansar. Tocaba hacer las maletas, pues al día siguiente, tras el desayuno, temprano, llegaba la hora del desembarque. Tras una foto de despedida del grupo, en la misma pasarela de acceso, dejamos con sentimiento el barco. Recordaremos con nostalgia, más de una vez, este original crucero fluvial, que habíamos disfrutado juntos.
Foto general del grupo. Foto JGP


Texto  Julia Gómez Prieto AITEK

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